El Sextante
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Oficiales de una nave pirata[]

Con cada nueva campaña de Piratas surgen a menudo dudas sobre qué puesto se podría ocupar en una embarcación de caballeros de fortuna. Está claro que ser un tripulante más dentro de una nave da de si bastante menos que el tener un puesto de relevancia dentro de ella. Por otra parte todo oficial dentro de una nave siempre recibirá mejor sueldo y trato que el marinero común así que el presente artículo tiene como fin ofrecer una somera idea de cuales eran los posibles cargos de responsabilidad dentro de una nave pirata y qué clase de instrucción se le suponía a cada cual.

Capitán[]

Capitan

Capitán

Sabemos de sobra que la vida de un marino en la Edad Moderna era a todas luces miserable, así que lo último que un caballero de fortuna deseaba era verse atado a la suprema autoridad de un niñato pisaverde perteneciente a la casta aristocrática. Por ello un capitán debía ser un individuo al que se debía tener un gran aprecio por su carisma (caso de John Rackam "Calico Jack") o un miedo horrendo (como a Edward Teach "Barbanegra") con el fin de que la tripulación realizara con eficiencia sus tareas y se mantuviera calmada.

Por ello se pedía del capitán una persona justa e imparcial, con dotes de liderazgo, habilidad diplomática tanto para con sus hombres como para cualquier persona ajena a la Compañía, hábil con las armas (debía dar ejemplo de valor al resto de la tripulación) y por supuesto capaz de hacer prosperar a todos los integrantes de la nave. Así pues, el capitán correspondían las labores de representación diplomática de todos los tripulantes, la emisión de juicios por cualquier crimen cometido (pero en muchos casos sólo la emisión ya que la sentencia se otorgaba por la asamblea) así como la dirección de la tripulación en momentos de combate.

Más le valía que estas labores se llevaran a cabo con suficiente eficacia pues nunca era sencillo lidiar con un motín que podía conducir a la elección de un nuevo capitán pudiendo el antiguo ser castigado incluso con la pena de muerte.

En muchos casos y dependiendo de la ley de a bordo de una nave concreta el capitán podría no tener más autoridad que cualquiera de los otros marineros en lo que se refería a decisiones como el asalto o no de una nave, el rumbo que se debía seguir o el castigo que se debía dar a un marinero por una infracción de la ley de la nave.

Contramaestre[]

Se le puede definir como el intendente de la nave. Entre sus funciones se encontraba el reparto de provisiones a la tripulación (comida, bebida y munición) así como de la paga o alguna prima especial caso de que esta existiera; un ejemplo de ello sería garantizar la elección prioritaria de cualquier arma existente en una nave abordada para el primer pirata que hubiera saltado a ella caso de haber sobrevivido.

Se le presuponían unas buenas dotes para la administración y la logística dado que a la hora del saqueo tras un abordaje exitoso debía decidir qué mercancías se tomaban y cuales no en función de su valor y posibilidad de almacenamiento. En algunos casos y ante la imposibilidad de sustracción de ciertos cargamentos de especial valor como las especias exóticas o las telas de alta calidad, estas se quemaban.

Como ya vimos antes, su cargo revestía un componente económico importante siendo el "ecónomo" de la nave debido a que él se encargaba de registrar los ingresos y gastos de la nave así como a la entrega de los beneficios a cada tripulante. Lejos de lo que se pueda pensar, no se producían graves enfrentamientos por los cobros debido a que lo más normal entre las cláusulas de las leyes piratas era que apareciera un artículo estipulando que en todo momento las cuentas y riquezas de la nave debían quedar patentes de manera clara y limpia aplicándose la pena de muerte a cualquier estafador.

También era el encargado de aplicar las sentencias tales como la "Ley Mosaica" (los 39 latigazos en la espalda) o el pasado por la quilla (se ha de tener en cuenta que este último castigo no era muy común en las embarcaciones piratas) pudiendo delegar la aplicación en cualquier otro marinero pero nunca en el capitán. También se encargaba el contramaestre de arbitrar las disputas surgidas a título personal entre miembros de la tripulación.

Carpintero[]

Carpintero

Carpintero naval

Podríamos decir que el carpintero era algo así como el "MacGuiver" de la nave. Sus labores estaban referidas al mantenimiento físico de la propia embarcación debiendo taponar toda rotura del casco, timón, mástil o cualquier elemento estructural relevante.

El carpintero además era una suerte de ingeniero de a bordo dado que era a quien se recurría para dar una solución improvisada para cualquier dispositivo necesario en algún momento concreto: desde una pasarela para el abordaje a una cureña temporal para un cañón. También el carpintero se encargaba de coordinar labores de gran envergadura como el carenado o la reparación de mástiles y aparejos.

Debido a la especialización de las labores y su importancia para la supervivencia de la nave y con ella de toda la tripulación, este cargo era muy respetado y valorado.

Cirujano o Físico[]

El ambiente insalubre que propiciaba la rápida transmisión de enfermedades, la mala alimentación o los serios riesgos para la integridad que suponía un abordaje por la fuerza hacían del cirujano otro de los puestos más respetados a bordo de una nave.

Ha de tenerse en cuenta que durante los siglos XVI, XVII y la mayor parte del XVIII se tenía un escasísimo, conocimiento de las causas reales de las enfermedades y por ello su prevención y tratamiento no eran ni mucho menos adecuados llegando en ocasiones a agravarlas con supuestas técnicas curativas como el sangrado. Aún con todo, siempre era mejor tener algún tratamiento que nada en absoluto, por otra parte, la presencia de un especialista en medicina podía suponer una cierta tranquilidad para el enfermo, no obstante, en algunos casos podía suceder todo lo contrario. A la vista de estos hechos, no es de extrañar que los medicamentos fueran uno de los botines más preciados por cualquier compañía pirata.

En muchos casos el cirujano podía no firmar la ley de la nave y aún así ser pagado. También podía suceder que el cirujano fuera forzado a realizar sus labores. Ante la inexistencia de cirujano, la amputación de miembros (con el fin de evitar la gangrena u otras infecciones) se encargaba al carpintero (debido a que sabía cómo cortar rápido y disponía de herramientas para ello) o al cocinero; aunque si se podía evitar este caso, así se hacía debido a que el cocinero no solía ser más que un marinero cualquiera que tenía una mínima habilidad en el preparado culinario (normalmente no eran carniceros de profesión ni nada que se le pareciera remotamente).

Artillero[]

Debido a que el apuntado de las piezas se hacía prácticamente a ojo, un artillero competente llevaba a sus espaldas años y años de experiencia. Su labor en una embarcación era por una parte la corrección de las piezas de artillería así como la organización del cargado y disparo de estas con la mayor eficiencia posible.

Debe tenerse en cuenta que en pocas ocasiones la tripulación era lo suficientemente disciplinada y bien preparada como para abrir fuego más de una vez sobre la embarcación asaltada prefiriéndose el abordaje directo o la rendición de la nave depredada ante el temor que podía inspirar una Jolly Roger ondeando sobre un mástil y la promesa casi segura de derramar una cantidad importante de sangre sobre la cubierta.

A pesar de todo, ninguna embarcación pirata prescindía totalmente de la artillería dado que una salva bien colocada podía destrozar el aparejo (en el caso de las balas encadenadas), segar las vidas de una gran cantidad de marineros sobre la cubierta (con metralla) facilitando el posterior asalto o incluso mandar al fondo del mar una embarcación tras el impacto directo en la Santa Bárbara seguido de una explosión de proporciones demenciales.

Oficial de derrota[]

Uno de los botines más preciados de cualquier embarcación perteneciente a una compañía comercial (la Flota de Indias castellana, la BOK y WIK holandesas) o a la marina militar eran los mapas e instrumentos de medición.

Según el tipo de embarcación pirata, si esta no contaba con el respaldo de una compañía comercial o un gobierno, la navegación se hacía mucho más compleja debido a la la escasa cantidad de referencias espaciales y se hacía importante la presencia de alguien con un mínimo conocimiento cartográfico. Para estos menesteres existía un oficial de derrota en los casos más afortunados. En ausencia de este, estas labores las desempeñaban el capitán o el contramaestre.

Otros cargos menos relevantes o particularmente excepcionales[]

Además de estos oficiales antes mencionados podían encontrarse otros mucho más raros y escasos o bien de menor importancia como se verá en los siguientes casos.

El maestro de armas[]

Su labor consistía en la reparación de armas (las armas de fuego de esta época tales como los trabucos o los mosquetes eran realmente delicadas, por lo que un mal estado las hacía más peligrosas para el usuario que para la víctima) así como tratar de evitar el caos absoluto durante los abordajes aplicando una mínima táctica.

Debido a esto, los escasos individuos que ostentaban este puesto eran particularmente letales en cualquier forma de combate habiendo logrado esta experiencia de manera autodidáctica por medio de la supervivencia a un gran número de confrontaciones o por la antigua pertenencia al ejército o marina militar.

El cocinero[]

Cocinero

Cocinero de a bordo

En el caso de existir, podía ser un individuo de lo más variado; desde un simple marinero encargado de distribuir la comida a la tripulación hasta en los casos más escasos, una persona realmente conocedora del preparado de alimentos. Podía llegar a ser realmente importante en la medida en que fuese capaz obtener comida cuando ésta escaseaba a bordo («¿otra vez tortuga hervida?»).

Los grumetes[]

Eran los individuos más jóvenes de la tripulación y es muy posible que su aparición en naves piratas fuera rarísima ya que no se permitían niños a bordo por norma general. Debemos pensar que su vida no debía ser ni mucho menos fácil siendo el objeto de las bromas pesadas de prácticamente toda la tripulación. Por otra parte se le asignarían labores en absoluto acordes con las capacidades de su edad como el apoyo a las dotaciones artilleras, limpiado y achique de las bodegas...

Músicos[]

A la vista de artículos legislativos que concedían el descanso dominical a los músicos, es de suponer que estos pudieron también aparecer entre las tripulaciones piratas. Su función más relevante era la transmisión de mensajes por medio de sonidos (por ejemplo, en los tercios españoles las órdenes para las maniobras se daban con toques de tambor).

Debido al enorme tedio que conllevaba la vida a bordo, las tripulaciones solían cantar (podemos suponer casi con toda certeza que la temática no era ni muchos menos "políticamente correcta") mientras trabajaban, por lo que los músicos podían añadir a esto un componente más agradable.

Escrito por Pablo «el Vacceo».

Acuatintas de 1799, por el ilustrador y caricaturista Thomas Rowlandson.

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